Juan Vicente Gómez, nació en Mulera, cerca de San Antonio, en el Estado Táchira, el 24 de Julio de 1857, cuando se cumplían 74 años del nacimiento de Simón Bolívar. Hijo de Doña Hermegilda Chacón Alarcón y de Don Pedro Cornelio Gómez, sus estudios se limitaron hasta el 4° grado, cursados por cierto en una escuelita de San Antonio. Se dedicó a las labores del campo y al fomento de la cría del ganado; fue un próspero comerciante, hasta el año 1892, cuando su compadre Cipriano Castro (para aquel entonces Presidente del estado Táchira) con pretensiones continuistas, apoya al Presidente Andueza Palacio e incorpora a Gómez al ámbito de la política nacional. Ambos son derrotados y condenados al exilio; pasaron 7 años en Colombia, hasta 1899 cuando dirigen la «Revolución Restauradora» que derroca el gobierno de Andrade, debilitado a raíz de la muerte de Joaquín Crespo. entran victoriosos a Caracas el 22 de octubre de 1899 e instalan un gobierno provisional con el lema «Nuevos hombres, nuevos procedimientos». Este tipo de revoluciones, coronados con la entrada triunfal a Caracas, no son del todo nuevas, ya que se habían presentado varias veces; en 1864 (cuando entraron los liberales); en 1870 (cuando entró la Revolución de Abril), y en 1892 (cuando presentaron los legalistas de Crespo). Con Castro, expresa Juan Oropeza: «penetra la llamada invasión andina porque con ella irrumpen por primera vez en el escenario de la política nacional, las hasta entonces mas sedentarias masas de las tierras altas, integradas por gentes que hablan pausadamente, arrastrando las eses y cuya misma fisonomía, difiere de la del tipo más hibridizado del resto del país.»
Después de convocar una constituyente y hacerse elegir como Presidente Constitucional, Castro repite los errores de sus antecesores, llegando incluso a un enfrentamiento armado con Colombia, y varios movimientos revolucionarios contra su régimen, signo evidente del descontento popular, los cuales son duramente aplacados por Gómez, quien entra en escena política para anunciar la pacificación del país. Más enfrentamientos se suceden, y es Gómez el encargado de poner en orden la casa para lo cual es Vicepresidente designado de la República. Otros hechos agravan la situación del país; la polémica agresión extranjera, por la que Venezuela, que adeudaba Bs. 189.578.000, es bloqueada en sus puertos principales por parte de las flotas de Alemania, Inglaterra, Italia y Francia, que gracias a la intervención de los Estados Unidos fue resuelta.
Castro dirige durante los años 1899 – 1908 un país, con una política disparatada, natural de gobiernos autocráticos. Los excesos de Castro lo llevan a abandonar el país, el 24 de noviembre de 1908, para someterse a una operación en el extranjero, dejando encargado de la Presidencia de la República al General Juan Vicente Gómez.
Veintisiete días más tarde, el 19 de diciembre de 1908, Gómez se apodera del mando, pretextando una maniobra para eliminarlo físicamente.
El cuento de la conspiración, se reduce a un telegrama enviado por Castro al General Pedro María Cárdenas.
Un tribunal militar sentencia la suspensión de las funciones de Presidente de la República a Castro, así como también la destitución de los amigos leales al Presidente que ejercían cargos en el poder. Era hora de que Castro experimentara en carne propia el destino de soledad y de fracaso; Gómez lo condenará a un exilio donde morirá.
Papel primordial lo constituirán los consejeros y amigos del General Gómez ya que su influencia será decisiva para el desplazamiento de Castro, y de igual importancia será el apoyo de la escuadra norteamericana que vigilará constantemente sus pasos. Vemos pues como la entrada del Benemérito en la conducción del país, se sucede sin alzamientos ni actos de fuerza; sin derramamiento de sangre, desconcertando a Castro que siempre soñó caer peleando y que jamás pudo imaginar en que saldría del mando engañado, burlado y abandonado.
Una vez en el poder, Gómez libertó los presos políticos y abrió las fronteras de la patria a millares de desterrados políticos; estas medidas lo rodearon de simpatías y de esta forma consolida su autoridad con rapidez.
FIGURA DE GÓMEZ
Su apariencia física, es descrita por Rufino Blanco Fombona en 1910 y por Jacinto López en 1922. En ambos casos se combinan la descripción con la impresión que provoca y que va más allá de lo puramente físico. Para Jacinto López, «El General Gómez es un hombre de sesenta años soñados, regular de estatura, lacerioso, ventrudo, carrilludo, de ojos pequeños, de labios gruesos, pálido casi falto de frente. La mezquindad de la frente es el rasgo distintivo y dominante de su fisonomía. Su tipo todo grita a leguas mestizo.» Los rasgos que resaltan de esta fotografía lo constituyen la frente corta (La mezquindad de la frente), y su carácter (mestizo); el primero es signo evidente que estaba predestinado a dar, una mala impresión a los intelectuales, para quienes la descripción clásica del hombre inteligente es la frente ancha; la segunda es un rasgo inminente de inferioridad racial.
Jacinto López también se choca ante sus modales poco civiles y comenta: «Imaginaos a un peón en la presidencia de la República»; comentario que es desatinado ya que por todos es conocido el origen de Páez, Monagas y Crespo, así como también el grado intelectual de estos caudillos.
Pronto sus enemigos se arrepentirán de las acusaciones que califican de estúpido, no sólo porque al final se vuelven contra ellos, que han sido impotentes para derrocarlo, sino porque contradice su retrato moral. El retrato moral de este hombre es, tal vez, el más inexplicable, lo que ahorra a los historiadores el tener que comprenderlo. Gómez es un hombre doble. Llegó al poder por la traición y el disimulo. Rufino Blanco, lo llama cobarde; se acoge bajo el ala protectora de la armada americana en 1908; huye cuando su hijo cae abatido por la pandemia y lo rechaza en la agonía. Gómez es asesino, concubino, pecador mortal y aún así, es condecorado por el Papa Benedictino XV, el 25 de enero de 1916, con la Orden Piana en la Primera Clase, con el título de Caballero y derecho de nobleza transmisible a los hijos. Es también un hombre codicioso; un ladrón. Samuel Mc Gill lo acusa en 1930 de uno de los hombres más ricos del mundo; no se preocupa de distinguir sus dineros de los del Estado. A su muerte, sus propiedades ascienden a los trescientos millones de dólares.
La tercera cara del espejo, lo constituye el retrato político. El General Gómez es un hombre entreguista de los intereses nacionales, indicio cierto de lo que será su régimen. Las legitimaciones realizadas por las compañías explotadoras de petróleo o asfalto americanas, fueron todas reconocidas y pagadas por el Benemérito. Pero ojalá este vistazo político sobre la figura de Gómez se limitara tan sólo al título de traidor de la patria; Gómez es también considerado como uno de los personajes más crueles de la historia de Venezuela, comparable sólo con José Tomás Bóves; los enemigos del dictador andino fueron encarcelados por largos años en inmundas cárceles, sin atención médica, sufriendo las horribles torturas que no se limitaban tan sólo a los grillos; ellos se convirtieron en la forma más suave y cotidiana del tormento, sino que comprendía también el colgamiento por los testículos, palizas hasta la muerte, el vidrio molido, la pitanza y el horrible tortol, entre otros. Se asegura que para 1917 Gómez tiene desterrados en el mundo entero más de cien mil venezolanos. Algo así como uno de cada veinte venezolanos es obligado a vivir fuera de su patria.
Una cuarta pincelada que completa el retrato del General Gómez, es la constituida por las virtudes de este hombre. La paciencia fue tal vez la más importante, ya que hizo posible la entrada de Gómez al poder. También se destaca por su templanza: no fumaba, ni bebía, comía sanamente (evitaba el consumo de carnes rojas no sólo por prescripción médica sino por costumbre). El Benemérito era además muy diligente; se levantaba antes que el sol, se acostaba con él. Por su gran disciplina y puntualidad, el General Gómez es ejemplar. A parte de esto, el dictador andino, era aficionado a la lectura, el cine (Hollywood lo galardonó como la persona que más películas veía al año, 365 cintas), las riñas de gallos, los noticieros fílmicos internacionales, el canto, la zarzuela y la fiesta taurina. Esta descripción de Gómez, no busca exaltar o degradar la figura del dictador andino, sólo presentar brevemente una perspectiva que nos acerca al Benemérito de ese pedestal en el que el venezolano le ha encaramado, del que al mismo tiempo no ha podido bajar.
Regresando al año 1909, el Congreso designó a Gómez como Presidente Constitucional para un período de cuatro años, el cual se inicia el 19 de abril de 1910 (hasta entonces había ejercido la presidencia como Vicepresidente encargado). Para su gabinete, el Benemérito incorporó a los antiguos enemigos políticos que había participado activamente en la lucha contra la represión de Cipriano Castro. Bajo el lema «Unión, paz y trabajo», reforzados por las consignas «Gómez único» y «Gómez adelante» y el corifeo pomposo de «Rehabilitación Nacional» se iniciará uno de los períodos más importantes en la historia de Venezuela como país libre, que se extenderá desde diciembre de 1908 hasta diciembre de 1935, constituyendo el más dilatado poder concentrado en manos de un hombre.
Cronológicamente la época gomecista, se divide en 4 subperíodos:
1° Presidencia Provisional de Gómez (1908-1909) en condición de Vicepresidente Constitucional.
2° Presidencia Provisional de Gómez (1909-1913).
3° Comandante en Jefe del Ejército y Presidente electo de J.V. Gómez; Presidencia Provisional del doctor Victorino Márquez Bustillo (1914-1922).
4° Presidencia Constitucional de Dr. Juan Bautista Pérez y comandante en jefe del Ejército del general Gómez (1929-1936); este asume la presidencia en 1931 por renuncia del titular, hasta 1935 en que falleció en Maracay.
Durante estos 4 subperíodos, destaca la habilidad del dictador andino para manejar a su antojo las voluntades de destacados hombres de la vida nacional, quienes dieron al régimen ciertos visos de progresividad y seriedad.
Con el fin de comprender de forma más detallada el régimen gomecista, se hace necesario romper con el hilo cronológico de los hechos dividiendo esta realidad en tres aspectos fundamentales:
Es evidente que Gómez no quiere entregar el poder y que aspira a seguir gobernando; entonces comienza una rápida operación dentro del régimen por medio de la cual los colaboradores más señalados que se le habían acercado después de la caída de Castro empiezan a ser separados, perseguidos y hasta detenidos. Algunos se refugian en el extranjero. Gómez asume abiertamente el poder definitivo y comienza un proceso de consolidación de su autoridad. Ese proceso de consolidación va a desarrollarse rápidamente desde 1913. Desde 1908 el Congreso lo nombró Presidente Provisional; y luego, sucesivamente, Presidente Constitucional para los períodos 1910-1915; 1915-1922; 1922-1929, y 1929-1936. Para este último período fingió no aceptar y recomendó al Dr. Juan Bautista Pérez a quién el congreso nombró inmediatamente. Pero en 1931 Gómez lo hizo renunciar y se encargó de la Presidencia hasta su muerte en 1935. Gómez hizo reformar varias veces la constitución para alargar el período de gobierno y permitir la reelección.
Durante el largo período de Gómez fueron liquidados los restos de los partidos tradicionales, conservadores y liberales, que habían motorizado las luchas políticas en el siglo XIX.
Gómez fue el quinto de los grandes caudillos que se forman en Venezuela en el siglo XIX. Después de Páez, de Monagas, de Guzmán y de la tentativa truncada de Crespo de convertirse en un gran caudillo nacional, Gómez va a realizar de una manera más completa esta ambición de mando. En los años sucesivos va a gobernar durante 27 años, y en ese largo tiempo no va a perder el poder un sólo momento; lo que va a concentrar en sus manos hasta que muere en su lecho como Jefe absoluto del país.
Esto configura un caso único en la historia de nuestros caudillos, al llevar al máximo la ambición caudillesca, destruyendo los caudillos menores y convirtiéndose él en el único jefe; al destruir a los otros caudillos. Gómez abre de hecho el camino para una nueva etapa de la Historia de Venezuela.
Con su dureza y astucia, su inteligencia natural y su extraordinario conocimiento de los hombres, Gómez va a establecer el más completo ejemplo de gobierno personal que el país ha conocido, un gobierno en el cual toda la autoridad está en sus manos.
Luego de la muerte de Gómez en 1935, fue designado Presidente Provisional por el consejo de ministros Eleazar López Contreras, militar quién nació en Queniquea, Táchira el 5 de mayo de 1883.
López Contreras participó en la revolución liberal que derrocó a Ignacio Andrade e intervino en las campañas de pacificación del país. Bajo la presidencia de Juan Vicente Gómez, ocupó la jefatura del estado mayor del ejército y el Ministerio de Guerra y Marina.
La caída de Cipriano Castro propició un intento por parte del General Gómez para tratar de renovar los ánimos del país, prometiendo eliminar el antiguo programa político y las viejas formulaciones económicas, tan duramente criticadas por el pueblo y de esta forma restablecer la confianza nacional e internacional. El mismo lema de «Rehabilitación Nacional», encierra esta idea. Con el fin de acometer sus palabras, Gómez llama a los adversarios del régimen Castristas para constituir su gabinete y así erradicar cualquier vestigio del gobierno anterior. El 20 de diciembre de 1908, se anuncian las primeras medidas tomadas al respecto; se hicieron efectivas las garantías constitucionales, y se prometió practicar la libertad en el seno del orden y buscar soluciones efectivas a las contiendas internacionales. A excepción de este último, todos los demás ofrecimientos fueron violados, cayendo de nuevo en los vicios de la administración castristas (otorgamiento de monopolios a nacionales y extranjeros, corrupción, represión…) y de esta manera apareciendo de nuevo manifestaciones de oposición a la política de Gómez. Personajes del propio gabinete del régimen, reprochan al dictador andino los perjudiciales monopolios por los cuales se entregaban importantes territorios nacionales a manos de compañías extranjeras irresponsables y ajenas a todo compromiso establecido en el código civil en resguardo a los trabajadores. Esto fue el primer signo de la política entreguista de los intereses nacionales a capitales extranjeros durante el primer período en el poder del dictador andino.
Las concesiones monopolizadoras constituyeron en buena medida un estímulo para la penetración imperialista dominante durante todo el régimen gomecista y que ejercerá una influencia decisiva en la vida política, social y económica, pero que fundamentalmente actuará como un sólido apoyo a la autocracia. Esta imprevista penetración capitalista sucederá masivamente durante los primeros años del siglo XX a consecuencia del descubrimiento de yacimientos de petróleo en nuestro subsuelo, amparado bajo el clima favorable ofrecido por la dictadura; todo lo cual constituía un halagador ambiente para la inversión foránea en Venezuela. Las condiciones favorables no eran más que el producto de la violencia represiva gomecista: una paz social forzosa que con el signo del terror logró eliminar el caudillismo y que en conjunto con los grandes privilegios fiscales, mostró el país ante todo el extranjero como un verdadero paraíso para la inversión, hecho que es constatado por diversos analistas norteamericanos. Una de las primeras medidas adoptadas por Gómez consistió en invitar oficialmente a capitales extranjeros a participar en la economía del país, restituyendo concesiones a compañías suspendidas de sus beneficios durante el régimen castrista. Esta acción tendría por fin 2 objetivos: el primero restablecer las relaciones diplomáticas y comerciales con diversos países y de esta forma restaurar la confianza de Venezuela en el exterior y la segunda aumentar progresivamente la inversión extranjera como medida para obtener ingresos para enfrentar los compromisos heredados por Castro.
La adopción de medidas dirigidas a atraer la inversión extranjera, coincidió con la conversión definitiva de los Estados Unidos como país central del sistema capitalista de Occidente, proyectándose como un sistema que necesitaba exportar capitales, obtener materias primas a menor costo y controlar bajo el régimen monopólico la exploración, producción y exportación de los productos básicos regionales. Las consecuencias de la depredación de la inversión extranjera, son ahora analizadas: por su carácter rígidamente monopolista, causó graves daños a las economías receptoras y además provocó el deterioro de muchos recursos naturales explotados.
Durante el régimen gomecista, Venezuela sufre modificaciones; el Estado se afianza bajo los recursos financieros y ocurre un proceso de descentralización de las finanzas, también se acometen obras comunicacionales destinadas a dar mayor fluidez al intercambio comercial interno y a integrar el país con el fin de controlarlo políticamente.
La entrada del petróleo en el ámbito nacional fue el hecho que permitió a Gómez permanecer en el poder durante tantos años, a pesar de que las políticas establecidas daban una amplia ventaja a las concesiones explotadoras.
Las primeras concesiones mineras fueron otorgadas para la explotación del asfalto a venezolanos; posteriormente algunas de ellas fueron ampliadas para la explotación de petróleo. En los primeros años del gobierno gomecista, numerosas concesiones fueron entregadas de manera indiscriminada.
Así, muchos de los venezolanos a los que se le otorgaron las primeras concesiones, y aquellos que la solicitaron en el período gomecista, las cedieron a compañías foráneas, obteniendo por estas negociaciones grandes cantidades de dinero, en lo que se constituyó una forma anexa de la corrupción por la cual Gómez, sus familiares y personajes cercanas al gobierno se enriquecieron ilícitamente. Un ejemplo de ello fue el de la concesión otorgada a Rafael Max Valladares, firmada el 14 de julio de 1910 y transferida a la «The Bermúdez Company» el 18 de julio del mismo año. Este vicioso procedimiento fue hábilmente utilizado por los capitales extranjeros para obtener las áreas que más le interesaban; es por eso que fue institucionalizado con la creación de la Compañía Venezolana de Petróleo, el 22 de junio de 1923, también llamado compañía de Gómez, ya que los funcionarios que la administraban eran simples testaferros del Benemérito.
Los primeros contratos celebrados con las compañías extranjeras se hicieron conforme a la primitiva Ley de Minas. Las cláusulas de estos documentos muestran claramente, conclusiones favorables para las compañías explotadoras y posiciones desventajosas para el país, como el que sigue a continuación:
Explotar, refinar y en general disponer como le convenga, todas las riquezas que en el área se encontraran.
Pagar sólo un bolívar de impuesto superficial a la nación por cada hectárea que ocuparan los yacimientos e instalaciones y un 5% del producto bruto de los recursos explotados.
Usufructuar la concesión durante 47 años.
Se exonera de derechos aduaneros todas las importaciones de maquinarias, materiales y herramientas que fueran destinados a la explotación de los recursos.
Se establece una regalía de 2 bolívares por tonelada métrica del mineral explotado.
La desigualdad que establecía aquella legislación entre numerosos privilegios de las concesionarias y los pocos beneficios para la nación constituyó un problema que en 1917 Gumersindo Torres, titular de fomento, intentó resolver mediante un profundo análisis de las leyes vigentes y la forma de aplicar las medidas más idóneas y eficaces para que la nación obtuviera mayores recursos fiscales de explotación petrolera. La primera recomendación del Ministerio fue no aplicar la Ley de Minas a la industria de los hidrocarburos por considerar la creciente importancia de estos en todas las actividades y la elaboración de una legislación independiente que además estableciera ciertas pautas a las concesiones para evitar los conflictos entre ellas y definir el espacio de sus respectivas explotaciones. Torres también sugirió, en base a la observación de las políticas de hidrocarburos de México, que la nación obtenía mayores ingresos por el cobro a las empresas de los derechos (en diez años estas exoneraciones en el mismo período montan a la cantidad de Bs. 223.359.426,06) antes que las regalías y los impuestos de exploración (los impuestos recaudados en el mismo período montan la cantidad de Bs. 171.952.126,10), argumento razonable en vista de que la mayoría de las compañías se encontraban en pleno proceso de establecimiento y requerían importar equipos al país.
En 1918 fue promulgada la nueva Ley de Minas, con un conjunto de reformas para la explotación de hidrocarburos con mayor racionalidad. Posteriormente, en 1920, elabora una ley petrolera, en base a la mexicana, que aumenta y crea impuestos, reduce la superficie explotable y establece que la concesión no asigna propiedad alguna, pero que en vista de las presiones de las empresas concesionarias, es derogada, destituido el Ministro y reformulada la ley que esta vez fue redactada en combinación con los abogados de las compañías.
En los años 1929 y 1933, la industria petrolera se resintió levemente, para luego comenzar un proceso de recuperación en 1935. Durante la crisis del capitalismo, Gómez designó de nuevo a Gumersindo Torres de Fomento; este trató de retornar a sus propósitos pero ante la presión, el dictador lo destituye por segunda vez. De esta forma quedó de manifiesto como los intereses de las concesionarias; durante el régimen gomecista, pesaron más que las conveniencias nacionales.
El abatimiento del sector agrícola en Venezuela, a diferencia de lo que muchos piensan, no tuvo su única causa en el desarrollo de la explotación de hidrocarburos. La fuerte competencia de otros mercados, como los de Colombia y Brasil, provoca fluctuaciones en los precios de los frutos exportados; las crisis internas de 1921 y 1929 y el viejo sistema económico del país, conservando desde la colonia, actúan como factores deteriorantes de la situación agrícola del país. La ausencia de una política económica definida por parte del gobierno y las fallidas medidas aplicadas por este, como paliativos de la situación, en colaboración con las crisis mundiales y la cada día más disminuida fuerza de trabajo en las actividades agropecuarias contribuyeron a mermar la producción agrícola nacional sin perspectiva alguna de recuperación posible. La crisis mundial de 1921 debido a la sobreproducción en escala mundial, afectó a Venezuela con la baja de los precios de nuestros productos exportables y el consiguiente empobrecimiento general para todo género de consumo. Se llegó a tal extremo que resurgió la práctica del trueque y a pagarse con fichas a los trabajadores del campo.
Una efectiva solución para tratar de resolver esta crisis agropecuaria, sugerida por Alberto Adriani (1° de mayo de 1929), involucraría realizaciones estructurales como la diversificación de la producción agrícola, con el financia-miento derivado de los ingresos de la explotación petrolera y la tecnificación de los métodos de cultivo, como alternativa a la política económica del gobierno gomecista.
El gobierno gomecista para tratar de resolver esta situación crea, el Banco Agrícola y Pecuario (fundado por decreto el 13 de junio de 1928), para otorgar créditos a los agricultores. A su fundación se opone el Ministro de Hacienda, José I. Cárdenas, quién advierte la dificultad para atender las solicitudes de crédito de un grupo reducido de hacendados, mucho menos debería apoyar la creación de este Banco.
El 7 de enero de 1930, es creada la Asociación de Cafeteros venezolanos: sus promotores afirman que unidos pueden defender sus intereses y sugieren dirigirse a los cafetaleros del extranjero para buscar llegar a un acuerdo que hiciera frente a la crisis y garantizara el porvenir de la industria; hecho difícil pues la sobreproducción de ese año se esperó fuera muy grande, como en efecto lo fue.
De las cifras de la tabla 1.1, se reduce la importancia fiscal del petróleo como rubro de exportación que permitió la recuperación de la economía venezolana después de la crisis de 1921.
Los regimenes dictatoriales, generalmente, se empeñan por tener uno acreditado posición internacional; el de Gómez constituyó el que más avanzó en ese sentido pues se preocupó profundamente por la cancelación de la gravosa deuda externa, heredada de administraciones precedentes. En la siguiente gráfica, observamos el desarrollo de la deuda externa en el período 1909 – 1930.
De esta manera, todos nuestros compromisos en el exterior fueron cancelados, no sólo por el hecho de disponer de ingresos provenientes de la explotación de los recursos petroleros, sino por la determinación del Benemérito de recuperar la imagen del país y restaurar la solvencia de la nación en el ámbito de las relaciones internacionales.
Uno de los fenómenos más importantes durante la administración gomecista fue el crecimiento del mercado interno. El gobierno gomecista ha sido objeto de balances más adversos que favorables. Sus defensores han exaltado la figura de Gómez, subrayando los alcances económicos de su administración, magnificando la paz social impuesta y resaltando el ingreso de Venezuela a una fase de progreso y modernización. No obstante, se debe recordar que: la paz fue producto de una brutal represión; aunque la nación fue muy próspera, no aprovechó esta riqueza en el pueblo en ningún momento; no se pasó a una fase de progreso y modernización ya que Venezuela petrolera siguió convirtiendo con la rural, porque el desarrollo de la petrolera no abolió los modelos de la economía tradicional del país.
Estas cifras reflejan el progresivo deterioramiento de los productos venezolanos en el exterior.
Los viejos caudillos de los partidos históricos se reúnen para dar al traste con el gobierno de Castro y logran levantar un ejército que, en un momento dado, cuenta con más de catorce mil hombres. A la cabeza de este ejército aparece todo lo que queda de los régulos locales de la época guzmancista y aún de la Federación. Castro sale a darles el frente.
En esa campaña contra el Ejército Libertador, que es sangrienta y dura años, se va a destacar aquel hombre callado que era Gómez.
Juan Vicente Gómez va a recorrer casi toda la República peleando contra los antiguos jefes, los derrota y, finalmente, asegura la paz con la victoria que obtiene el año de 1903 en Ciudad Bolívar. De esta manera, este hombre se convierte espectacularmente en la segunda persona del régimen, con inmenso prestigio político y militar, a quién comienzan a mirar como el sucesor natural de Castro.
Tradicionalmente, las fuerzas armadas habían sido las montoneras de los caudillos locales; cada caudillo tenía su gente, como ellos decían, que eran peones de sus haciendas, allegados, gentes vinculadas a ellos, a quienes ponían en armas y con quienes hacían sus campañas y eventualmente llegaban a dominar y a tomar el poder. Gómez comienza a cambiar esta situación y hechas las bases para un Ejército Nacional, creando una Escuela Militar, ya que antes los militares no eran profesionales. Claro que el Ejército que él profesionaliza y establece es un ejército personalmente vinculado a él básicamente, porque son hombres que dependen de él; son sus amigos o los hijos de sus amigos los que van a ingresar a su carrera.
La liquidación del caudillismo, la creación del ejército nacional y de la red de carreteras, fortaleció notablemente al gobierno e hicieron imposible el estallido de revoluciones.
Es también un hecho innegable que durante el régimen gomecista floreció la actividad intelectual, si se toma en cuenta que después de la Primera Guerra Mundial se editaron, nada más en Caracas, cerca de cien distintas publicaciones periódicas. Por otra parte, destacadas personalidades del mundo del intelectual y científico del país prestaron su colaboración al Gobierno de Gómez.
La oposición de los estudiantes a la autocracia, que se había iniciado en la época de Guzmán Blanco, renació durante la dictadura gomecista y se manifestó en forma de protestas públicas. Como consecuencia de esta actividad política de los estudiantes, muchos jóvenes fueron desterrados y la Universidad Central permaneció cerrada por once años.
En 1928 las protestas y los discursos libertarios, produjeron la detención y el encarcelamiento de más de doscientos estudiantes.
Pero el encarcelamiento de estudiantes, a su vez desencadenó una ola de protestas de diversos sectores sociales y de huelgas espontáneas que se mantuvieron por varios días, al cabo de los cuales la Dictadura tuvo que ceder y dejó en libertad a los jóvenes universitarios detenidos en el castillo de Puerto Cabello.
Este movimiento de 1928 se tiene como el primer movimiento de masas exitoso en la historia política del país.
De dichos movimientos estudiantiles, salieron los líderes que luego de la muerte de Gómez empezaron a organizar nuevas agrupaciones políticas doctrinarias, enteramente diferentes, en su esencia y en sus procedimientos, de los viejos partidos.